En mitad de esto que se empeñan en llamar ‘crisis’ cuando todos sabemos que es una estafa, un gobernante (de cualquier ideología) tenía la ocasión memorable para hacer valer su hombría, para ponerse del lado del pueblo, para demostrar si existe tal cosa como DEMO-cracia. O esta palabra es sólo la mentira actual con que se impone el Poder absolutista de siempre.
Sin embargo, resulta repugnante comprobar que se ha elegido lo contrario. Que en vez de identificar, perseguir, juzgar y encarcelar a los altos responsables de esta estafa, se les facilita una bochornosa amnistía fiscal, se les concede docenas de miles de millones para tapar los desfalcos de sus entidades financieras, se deja que empresas con miles de millones de beneficio presenten un ere para despedir a miles de trabajadores, y un largo y triste etcétera.
En cambio, al pueblo, que es quien ha sufrido en primera persona la estafa, es a quien se la hacen pagar. Simplemente grotesco. Ahí tenemos la realidad: vergonzosos recortes a los pensionistas, infame re-pago por los medicamentos, deleznable reforma laboral con robo de derechos históricos pertenecientes a los trabajadores, nauseabundo abaratamiento del despido, brutal subida del IVA hasta en productos de primera necesidad o material escolar, eliminación de pagas a los funcionarios, supresión de servicios de urgencia sanitaria en pueblos, despido de profesorado, imposición de unas tasas judiciales a todas luces inconstitucionales, recortes en prestación por desempleo, dependencia, privatización de sanidad, asfixia de la educación pública, congelación de la inversión en i+d, desahuciados suicidándose cuando les quitan la casa, reprobable incapacidad para aprobar la ILP sobre la dación en pago; posibilidad recogida en la legislación vigente que permite al pueblo presentar una ley, y echada por tierra por quienes presumen a cada momento de ser los maravillosos guardianes de la legalidad, y así hasta otro interminable etcétera.
Mas, por si no querías caldo, dos tazas: amen de tal barbarie en lo social y económico, la ciudadanía asiste incrédula a cómo, esos gobernantes que se llenan la boca con palabras como democracia, servicio público, etc., en el colmo del cinismo no sólo vuelven la cara cuando les salpican monumentales escándalos de corrupción, sino que se dedican a endurecer el código penal para castigar a quienes levantan la voz, o se manifiestan en las calles; se criminaliza a quienes protestan contra la injusticia, se multa a quienes exigen sus derechos. Incluso se ha llegado a ordenar a la policía entrar en la Universidad, como en tiempos de la dictadura. Volvemos a los años 50; represión estatal, jóvenes emigrando a Alemania, telediarios emitiendo “el parte” que al gobierno le interesa.
Tristemente, ante unos poderes públicos cuya catadura moral y humana ha caído tan bajo como su estrepitoso fracaso en lo social y económico, dos años después del 15M se hace todavía más necesaria la lucha del pueblo, la ocupación de las calles, los gritos de justicia, la resistencia. La dignidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario