(5 de Agosto de 2013)
Siguiendo con
el lema “parados en movimiento”, una cosa que podemos hacer constantemente, en
la que no podemos ni debemos dejar de movernos, es en perder la fe en aquellos
que dicen que nos gobiernan. No nos representan. Por ello tenemos que dejar de
creerles, dejar de hacer ver que nos tragamos sus mentiras. Tenemos que
mantener el espíritu crítico, y ejercitarlo constantemente, en casa, en la
calle, con los amigos y la gente; no hay que callarse y con ello dar a entender
que sus mentiras tienen éxito.
Hay una forma
muy sencilla de identificar una mentira: con cuanta más naturalidad y profusión
se emplee esa palabra desde los medios del Poder, sea político, financiero,
etc. o sus medios de comunicación, más fácil es que ello sea una mentira.
El ejemplo más
claro que tenemos es “crisis”. Ahí están, a cada minuto, no les da la lengua
para repetir una y otra vez la palabra ‘crisis’. Cuando todos sabemos que es
mentira, que no hay ninguna crisis, que esto es una ‘estafa’. Ahora bien, ¿por
qué les interesa tanto mentir, decir ‘crisis’ por ‘estafa’? Muy sencillo, la
idea de crisis lleva consigo la sensación de ser algo impersonal; como un error
del sistema, un accidente imprevisto o una maldición caída del cielo ante la
que tenemos que doblegarnos y contra la que ni las instituciones ni la gente
podemos hacer nada. Si dijeran la verdad, si pronunciasen ‘estafa’, esto ya no
cae del cielo, sino que las estafas las cometen estafadores, culpables, personas
con nombres y apellidos, situadas en las altas esferas de la política y la economía,
y que deberían estar en la cárcel. Ya vemos que no lo están. En parte porque la
mentira les sigue funcionando.
Otra mentira que
les gusta mucho repetir es ‘democracia’. Pues bien, no hay ninguna democracia. Ellos la
tienen secuestrada y prostituida en su propio beneficio; con una ley electoral
aberrante que los grandes partidos no tienen agallas de reformar, con las
listas cerradas, con la disciplina de voto de partido, con programas
electorales no vinculantes. Así, todo lo que le queda al ciudadano es la
pantomima de meter un papelito en una urna y luego pasar cuatro años con cara
de memo viendo cómo los gobernantes hacen todo lo contrario de lo que
prometieron. Esto no es democracia, es una burla.
Otra falacia
que suelen pronunciar a menudo es ‘justicia’, pero realmente no se la ve aparecer por ningún
lado, ni en lo social ni en lo propiamente judicial. Si, para que la señora
Merkel esté contenta con nuestras cifras de déficit, miles de españoles tienen que
sobrevivir rebuscando comida en los contenedores de basura ¿qué justicia es
esta? Si el dinero que se recauda con lo que los enfermos re-pagan por los
medicamentos se entrega a los grandes bancos para tapar sus agujeros
millonarios de la desastrosa gestión y la estafa, ¿dónde vemos que eso sea
justo? En cuanto al sistema en sí, resulta que los altos cargos del poder
judicial son elegidos por el parlamento, o sea por los políticos. ¿Y tú me vas
a juzgar a mí, que te he puesto donde estás? Esto no es justicia, esto es un escándalo.
La lista sería
interminable, lo vemos a diario, así que nuestro deber es dejar de creerles,
denunciarles, cada vez que los vemos aparecer en sus medios de comunicación con su habitual desfachatez, repitiendo
palabras como crisis, democracia,
justicia, nosotros respondamos a viva voz: ¡mentira, mentira, mentira!
Fin de la Cita.
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